Mantener hábitos saludables suena fácil cuando estamos motivados. El problema es… que esa motivación no siempre está. Hay días en los que te levantas con ganas de comerte el mundo, y otros donde simplemente quieres comerte una pizza y quedarte en el sofá. ¿Te suena?
La buena noticia es que no necesitas estar motivado todos los días para mantenerte saludable. Solo necesitas saber cómo gestionar esos altibajos.
Motivación vs Disciplina No son lo mismo
La motivación es ese impulso inicial, esa chispa que te hace comenzar. Pero la disciplina es la que te mantiene constante cuando la motivación se esfuma (y lo hará, tarde o temprano).
La clave no es tener más motivación, sino saber qué hacer cuando no la tienes.

Ponte metas pequeñas y claras
No necesitas cambiarlo todo de golpe. Empieza por 2 entrenos semanales o incluir verduras en una comida al día.
Rodéate de apoyo
Habla de tus objetivos con personas que te impulsen, no que te saboteen.
Recompénsate sin culpas
Celebra tus avances: una playlist nueva, una salida, una prenda que te guste. El reconocimiento también alimenta el progreso.
No te castigues por fallar
Un mal día no borra tu avance. Aprende, ajusta y sigue.
Crea rutinas realistas
Si tu plan te abruma, no lo vas a mantener. Mejor algo sencillo que puedas repetir que un plan perfecto que abandones a la semana.
¿Y cuando no tienes ganas de nada?
Hay días en los que no apetece entrenar ni comer bien. Aquí van algunos recordatorios útiles:
-
Muévete aunque sea 5 minutos. A veces empezar es lo que activa la motivación.
-
Recuerda tu “por qué”. ¿Qué te hizo empezar? ¿Cómo te sientes cuando te cuidas?
-
Cambia el plan, no el objetivo. Quizás hoy no puedes entrenar fuerte, pero puedes caminar, estirarte, o simplemente descansar bien.
No necesitas ser perfecto.
No necesitas estar motivado siempre.
Solo necesitas comprometerte contigo, un día a la vez.
Tu salud es una inversión a largo plazo, no un proyecto exprés. Y aunque la motivación se tome descansos, tú puedes seguir.
Añadir comentario
Comentarios